Ideas obsesivo compulsivas me llevan a pensar que atraigo a la buena suerte, pero tantas casualidades a mi favor no pueden ser otra cosa que el viento corriendo al compás de mis deseos. He practicado tanto, me he superado más de lo que creí posible.
En la frontera, la admiración me quiebra, no, tal vez minutos antes ya había empezado a quebrarme, ya no tengo forma de saberlo con claridad. Aquel símbolo que representa mi profunda admiración fue simplemente el detonante de mi caída... Lo bueno es que realmente aprendí varias cosas con esta derrota, y no es un intento por excusarme, lo digo en serio: es conveniente no idealizar NADA, ni por más fantástica que fuera la leyenda del símbolo admirado; al hacerlo mi propia mano puso una soga a mi cuello.
La tribulación progresa, ya no sé si continúo en camino, probaré sentarme en la cima del símbolo, sólo para sentir que no me limita, que me puedo fusionar con él.
Práctica, práctica y más práctica, cuando sienta que vuelvo a fluir con el viento tal vez ya no me quiebre más...
Debo dejar de pensar en las oportunidades que en el pasado tuve tan cerca y pasaron lejanas a la vez, debo recordar que la crisis en cierta forma es oportuna, debo recordar esto para que no disminuyan mis fuerzas.